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8, 9 y 10…

Contó hasta diez, abrió los ojos y se dio la vuelta. No había nadie. Eso era lógico. El juego consistía en eso. Lo que el no entendía es por qué, el escenario donde había empezado a contar, se había transformado en otro. El bosque de siempre ahora era un alto y grisáceo túnel. El se encontraba en medio. Miró hacia ambos lados del túnel y se dio cuenta de que debía ser demasiado largo, ya que no había ningún tipo de luz que diese a entender que había una salida cercana. Entendió que eso era real. Que cuando el pensaba que andaba por el bosque, en realidad había estado adentrándose más y más en ese túnel. Ahora se daba cuenta. Ahora veía como el cemento y las piedras del túnel le habían engañado. Como esas viejas grietas le habían parecido árboles. Ahora veía la realidad… Y no le gustó. Entendió que esta vez, no tenía a nadie que buscar. Entendió que estaba solo. Solo en ese túnel. Que siempre lo había estado. Y que lo único que podía hacer era seguir andando por el como siempre lo había hecho. Solo. Lo que pasa, es que antes, aunque ficticio, todo había tenido un sentido. Deseó volver a estar engañado. Intentó auto engañarse. Pero fue inútil. Entendió que solo podía seguir avanzando por ese túnel. Ese túnel idéntico en cada uno de sus metros. Se negó. Después de todo, ahora que lo entendía… Ahora que veía el túnel tal y como era, ya no tenía sentido. No tenía gracia. Se sentó en el suelo y lloró. Lloró para el resto de la eternidad.

-JPelirrojo-